¡ Bayern 0 - Real Madrid 4 , el Real Madrid a la final !

Real Madrid 4 Baryern 0

El Real Madrid sacó el billete para la final de Lisboa con el primer mejor tiempo que se le recuerde en la Copa de Europa. Arrasó a lo grande Múnich (0-4) con doblete de Segio Ramos y Cristiano para humillar a un Bayern de Guardiola inofensivo a más no poder frente a Casillas.

Va el Madrid con su bandera, dice el himno del Madrid, el viejo himno, el himno de siempre. Un estandarte bordado con las batallas de una historia apasionante, ganadas la mayoría y ganadas con grandeza, un término que parece obsoleto, anacrónico y hasta trasnochado, pero que adquiere todo su significado cuando se observa a un equipo hacer lo que hizo el Madrid en el lugar que tantas veces había sido su propio Waterloo. La grandeza no tiene que ver únicamente con la victoria, sino con la forma de construirla. En Múnich, donde jamás había vencido, el Madrid fue mucho más que un ganador, al comportarse como el dueño del torneo, el tirano de la Champions, de su Copa de Europa. Camino de Lisboa, camino de la Décima va el Madrid con su grandeza. [Narración y estadísticas: 0-4]

La goleada que precede a la final, en casa del vigente campeón, tuvo el poderío de Sergio Ramos, la seguridad de Pepe y Carvajal, el aplomo de Xabi Alonso, el criterio de Modric, la lucha de Di María y la velocidad de Bale o Cristiano. Fue un Madrid redondo y excelentemente dirigido por un entrenador que afrontaba las semifinales desde un perfil más discreto al de sus homólogos, Guardiola, Mourinho o Simeone. Con la sensatez del hijo de campesino que es, ha manejado un modelo presidencial con habilidad. Por un lado, todos los futbolistas que quiere Florentino sobre el campo; por otro, de la forma que el técnico desea. En realidad, es muy parecido a lo que dice Del Bosque: que manden los jugadores y se haga lo que dice el entrenador. Después de la marcha del último técnico que llevó al Madrid al encuentro con el Grial, su Grial, el italiano lleva por primera vez al equipo a una final, 12 años después. Ha jugado 12 y ha ganado nueve. Atlético o Chelsea sabrán muy bien a que se enfrentan.

Ancelotti superó, por segundo partido consecutivo, a Guardiola, para el que esta goleada en el Allianz supone mucho más que una eliminación. Es una vía de agua que, a partir de ahora, arrastra su proyecto, a cuyo alrededor van a crecer las sospechas. Batido en los dos choques sin amenazar a Casillas, ha sido incapaz de encontrar anticuerpos contra el Madrid. Cuando esperaba sus acometidas al contraataque, como en la ida, resulta que encuentra la sentencia a balón parado. El Bayern fue muy inferior en el Allianz de lo que lo fue en el Bernabéu, y la razón estaba en su oponente. Cuando el Madrid decidió dar un paso hacia adelante, subir la presión, impedir la salida de balón, multiplicar las ayudas y conservar su despliegue, no sólo ganó al equipo de Guardiola. Simplemente, lo trituró y lo descatalogó. El Bayern fue insípido, ni se pareció al Barça que dirigió su entrenador, ni al equipo que pasó por Chamartín hace dos temporadas. La tierra de nadie es mala patria en el fútbol.

El choque exigía, inicialmente, mucho de los entrenadores, porque Guardiola debía buscar soluciones nuevas y Ancelotti sabía que no podría aguantar como durante el primer tiempo en el Bernabéu. El primero devolvió a Lahm al lateral, dejó a Kroos y Schweinsteiger en el centro y optó por Müller por detrás de Mandzukic. Pretendía que el croata fijara a los centrales para dar espacio a la llegada Müller y a las diagonales de Ribéry y Robben. Pero a este Ramos no lo fijan ni los clavos de Cristo. Fue un kaiser en Múnich, pero en las dos áreas, redimido de su error en aquel penalti maldito ante el mismo rival. En pocos minutos, tomó por dos veces el coto de Dante y Boateng, el agujero negro del Bayern, para escuchar el silencio del Allianz. En el primer remate, contó con el engaño de Cristiano.

La mirada de Guardiola, manos en los bolsillos, estaba ya perdida. O quizás antes, al observar cómo llegaba Benzema primero que los suyos o Bale lanzaba alto a puerta vacía después de un mal despeje de Neuer. Ancelotti había hecho lo que el catalán esperaba, al alinear a Bale, Cristiano y Benzema, pero no dispuestos en un 4-3-3, sino con el sistema que tan buen resultado le dio en la final de Copa: 4-4-2. Sabia alquimia de nombres, millones y equipo. Bale era un centrocampista más sin balón y un delantero en ataque, porque tiene físico para todo. Persiguió a Ribéry hasta el área blanca casi en la primera jugada y fue un jugador box to box, como dicen en su país, en el tercer tanto, cedido a Cristiano. El portugués, sin estar todavía en plenitud, cerró la goleada en una falta para sumar 16 tantos en esta Champions, un nuevo récord.

El segundo tiempo fue una espera para el Madrid, al mando de un Xabi Alonso que se perderá la final por una desafortunada falta, y un ejercicio de impotencia para el Bayern, pese a su posesión del 64%. Es un camino, pero no basta. Para el Madrid empieza otro que concluye en Lisboa, el 24 de mayo. Final para la que empieza una peregrinación a cuya cabeza ha puesto ya su mejor estandarte: la grandeza.